viernes, diciembre 09, 2005

Mi valioso consejero

Mi hermano es un veinteañero flojo pero con delicioso estilo. Es la pereza mas refinada, acertada, intelectual y menos decadente que halla conocido jamás. Hace siempre lo que quiere y lo que hace a disgusto lo hace porque en ese momento le place hacerlo; es por eso que había decididio pedirle consejo acerca de mi situación que tanto me hace infeliz.

¡Quiero sus respuestas y hacer lo que yo sé me va recomentar hacer!

Yo que sin quererlo fui la peor de sus madres, en ausencia de la nuestra, sé muy bién qué exquisita recomendación me va dar.

¡Creo que yo soy la mas truculenta buscadora de consejos!

Más triste que ser truculenta es encontrarme a mí misma como esa adulta consciente que siempre me negué a ser y no atreverme a pedirle consejo jamás.

Qué ganas a veces de ser la prematura e ineficiente madre que a los 12 años fui de mi hermano: Madre y adolescente de un hijo que no cometí el error de concebir.

Qué soy entonces ahora que me he convertido en una treintona sin hijos y sin ganas de tenerlos?