Martha Villalobos es de Obregon...

Ayer fuí a la casa de unas morras estudiantes que son de Obregón. Entre con mis dos amigos, guapos sí, y todos saludamos pero las morras al saludar a los morros tenían una cara de felicidad extrema, una sonrisota hasta las orejas, grande como la de Pepe Cortisona y cuando me saludaron a mi era como si no existiera. Eso es fácil de explicarse porque ellas eran cuatro mujeres y habia solo cuatro hombres, yo venía con dos de ellos y pues se notaba que ahí cada una queria que le dieran la atención merecida, léase le dieran lo suyo, saciaran su celo, completaran su ciclo de apareamiento urgente, las dominaran como súbditas perras esclavas.
La mayoría de las mujeres somos así yo creo, es la naturaleza no andar buscando amistades y menos con otras mujeres, sino mas bien ganar raiting entre los del sexo opuesto. Una de ellas, la mas bonita, se agarro al mas codiciado werito e inmediatamente tenían una cachoreadera en la sala, otra, que era la mas lolita estaba con el mas grande pero que traia un super carro y mis dos amigos se fueron por cerveza. Entonces yo me senté a platicar con las dos ultimas. La primera era una gorda desbordante muy enojada con el mundo y con dios por haberle tirado con ese marrano cuerpo y como ninguno de mis amigos le hizo caso se puso a comer papitas -deliciosos y olorosos tostitos, yo creo que ya habia perdido las esperanzas de un beso- y con la boca llena, sin voltear a mirarme me ofreció de una bolsota a la que sólo le quedaban los restos. La otra, una flaquita con una tierna carita de bul dog terrier, se la llevaba chupando diente porque sabe que morro no le contestaba el celular -ashhhh contéstameee fulanito, whats wrong with you ahh, no me contesta el idiota, sabes cómo?- y no dejaba de enviarle mensajitos.
Qué se hace en esos casos mis queridos lectores?