sábado, marzo 12, 2005

La rubia de los ojos sin blanco

Apareció un día en su msn. Su foto le decía algo más aparte de que no era fea. No lo sé, quizá sus ojos casi negros, rasgados y mezquinos con tan poco espacio blanco en ellos, su sonrisa cuadrada y dura, su cabello forzado a dorado. Aún así, hasta cierto punto, le agradaba. Era amena y ligera, con su historial lésbico-trágico como todas las de su tipo, historias donde el dolor apasionado era más que suficiente para desgarrarse el apetito, adelgazar diez kilos y ensombrecer la mirada.
Se decidió a conocerla personalmente al día siguiente de contactarla por msn. Parecía tan natural como subirse a su carro a las siete de la tarde y dirigirse al sanborns, llegar con sus acostumbrados 25 minutos de retraso que denotan confianza en que la amistad superará en los otros el enojo por la espera que ella siempre provocaba. Tan confianza era que no cuidó en exceso su estilización como solía hacerlo siempre que quería impresionar a alguien en la primera cita, quizá porque no la veía como una cita.
La plática surgió amena y la rubia de los ojos sin blanco contó una gran parte de su vida, a cachos entre cada exhalación del humo de sus cigarros light que se sucedían a igual ritmo que las tazas de café rellenándose gratis sin cesar por un módico precio prefijado.
Pero nuestra impuntual mujer sintió como aquella facilidad de empezar esa relación era sinónimo de falta de encanto, ausencia de locura, harta monotonía y vacío que siempre prefería dejar de lado y volver a su soledad o a alguna otra cita tormentosa donde los nervios de punta y la falta de coordinación en la plática le dan una vida que supera cualquier armonía perfecta, ya tan odiada por el Chopin por ella admirado.
Qué figura tan esbelta y alargada, que sonrisa tan mesurada, ¿por qué esas uñas cuidadas?, ¿por qué ese pelo tan perfectamente recogido que parece de la dureza de un play mobil?, se preguntaba nuestra inconforme e impuntual amiga mientras exhalaba sonrisas y chistes que hacían reir a su rubia de los ojos sin blanco.
-Vámonos todos, vámonos ya- le dijo repentinamente una voz interior a otra más interior, y con un pretexto familiar se levantó del café prometiendo una próxima cita, demostrando un placer por conocerla tan inexistente y convincente que a la rubia de los ojos sin blanco se le rasgaron aún más los ojos por tanta que era su sonrisa.
Ya sola en el carro a nuestra impuntual amiga sólo le quedó prender su estereo y su gallo y ser tan feliz de no tener que hablar más en voz alta. El velocímetro subía a 140km/h entre cada alto de las pequeñas cuadras atravezadas para llegar a casa. -Qué bueno que ya nos fuimos- le dijo la voz más interior a la otra, -¿Sí verdad?, ahora ya te voy a poder poner completa atención a lo que me contabas en el café, ¿en qué se acabó el sueño que soñaste anoche?- le contestó la voz interior, y una sincera sonrisa se asomó de sus plácidos rostros.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Que loca la gente, como en veces su jovialismo o indeferencia por los detalles de la vida, los convierte en personas trasnparetnes. me acuerdo cuando salio un carro nuevo de la nissan; el ALMERA, lo vi y me quede, no mames que chingon esta, cuando lo vi atravez de sus ventanas trasnparentes me di cuenta que era un sentra cualquiera en el interior y me dio gueva.

12:40 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home